La película “Esperando la carroza”, de 1985, es uno de los mejores reflejos artísticos de la realidad social Argentina. El género conocido como grotesco le permitió al director, Alejandro Doria, mostrar los peor de los argentinos en clave de humor, la mejor manera de exponer la tristísima realidad de tantas familias.
Una genialidad también de este filme es el uso de la música de la orquesta característica de Feliciano Brunelli. Olvidado para esa época por millones de argentinos, ya que no se enroló en las filas del tanto, ni del jazz, ni del folclore y, mucho menos, del rock, este conjunto musical había sido el preferido en nuestro país especialmente por los inmigrantes y la primera generación de sus hijos, dado que ejecutaba la música de la tierra de donde habían partido (jotas, pasodobles, tarantelas, canzonetas), pero también los ritmos ágiles para bailar y fáciles para cantar, como el foxtrot, la ranchera, el vals criollo y el corrido, entre otros.
Doria enlaza aquella época de formación de estas familias típicas con el momento en que vivía el país, luego de apenas dos años de recuperar la democracia. Brunelli, no solo se había retirado, en 1965, sino que también había fallecido cuatro años antes del estreno de la película.
Los dos pasodobles que se incluyen fueron clásicos: Barrilito de cerveza y Mi vaca lechera. De el primero usan las dos versiones: en escenas del velorio, la grabación de la orquesta de Feliciano Brunelli del 13 de octubre de 1939 con el título “El barrilito”. En el disco canta Fernando Torres, pero en la película no se emplea la parte cantada. Para el inicio y gran parte de la cinta, Doria prefirió la versión sin canto del 18 de agosto de 1961 para el sello Music Hall. Para quienes tienen el oído afinado, si bien parecidas, se aprecian las diferencias de arreglos e instrumentos.
Aquí los créditos de la película presentan un error: en el final se dice que el tema es de “Brown Timm – Vejouda”. Falta la correcta división entre comas para que se note que son tres los autores y la correcta grafía del último apellido: Lew Brown, Waldimir A. Timm y Jaromir Vejvoda.
Originalmente era una polca compuesta, en 1927, por el músico checo Jaromir Vejvoda con el nombre Škoda lásky. No tuvo letra hasta 1934 En 1934, en que su compatriota, Vašek Zeman, la transformó en un canto a un “amor no correspondido”, como fue su nuevo título.
Tiempo después Shapiro, Bernstein y Cía, una editorial musical de Nueva York, adquirió los derechos y Lew Brown y Wladimir Timm le cambiaron rotundamente la letra para celebrar la abolición de la Ley Seca. En Alemania y muchos otros países cultores de la cerveza se la conoce como Rosemunde, título con el que la grabó, por ejemplo, la orquesta de André Rieu.
Mi vaca lechera, en cambio, fue grabada una sola vez por la orquesta de Feliciano Brunelli, el 5 de marzo de 1947. Gracias a una nota que hice sobre esta orquesta para la prestigiosa revista Todo es Historia, y que el director Félix Luna, colocó como nota de tapa, pude conocer al cantor de esa grabación, Fernando Raymond.
En la nota, la primera reivindicación de Brunelli en un medio de tirada nacional, como la orquesta había dejado de tocar hacía cuatro décadas, yo afirmaba que todos sus cantantes habían muerto. A la revista envió un correo electrónico la nuera de Raymond afirmando que estaba vivo y que, con gusto, me esperaba para conversar sobre la época en que cantó con el máximo acordeonista: ¡1944 a 1948!
Raymond me honró con su amistad durante muchos cafés cerca de su departamento en Olivos. Su memoria era prodigiosa. Yo lo ponía a prueba con datos que tenía ya corroborados y no se equivocaba. Fue él quien me contó, y lo reproduje en una nota sin firma para el diario Popular en 2010, que todo el mundo le pedía que cantar “La vaca” y que a él no le gustaba porque era un tema muy sencillo que no se prestaba para lucimiento. Raymond me contó que el éxito fue tal que la primera copia del disco, de dos temas, tuvo una tirada de 400.000 ejemplares.
Los autores, como dicen en los créditos, son “García y Morcillo”, aunque hay que aclarar que García también se llamaba Morcillo y, por lo tanto, en verdad, son Fernando García Morcillo y Jacobo Morcillo, pero no era parientes.
El primero, un conocido músico español, que murió en 2022; el segundo, cuenta su hija, que compuso la letra de “La vaca”, cuando viajaba como policía de un tren y veía las vacas en los campos. Un año antes que Brunelli la habían grabado en castellano Juan Torregrosa con la orquesta Tejada y el trío vocal de las Hermanas Russell con la orquesta de Sebastián Albalat en Barcelona.
Y un dato para seguir sumando curiosidades: Jacobo frecuentaba una peña llamada Los Sementales. Allí conoció al ginecólogo Julio Iglesias Puga, al que alentó para que anime a su hijo a cantar, un tal Julio Iglesias.