Rosario Central es un grande. Y en 2025 tiene un gran equipo. No tengo nada contra este club. Es más: he llevado extranjeros, años atrás, desde Buenos Aires a ver a Central en Arroyito. Pero no se merecía el daño que le hizo la Asociación del Fútbol Argentino. Al decretarlo campeón de un torneo que no tenía ese objetivo legal, darle un título que no estaba incluido en el reglamento, lo hizo objeto de un ilícito que Central no necesitaba. El buen equipo de Holan y sus hinchas querían ganar el torneo, sí, pero el que perdieron frente a Estudiantes.
Central pudo quedar en el lado A de la historia, si no aceptaba ese título inventado. Quedó del lado B. Como aquel Vélez del gol ilegal ante Huracán, como aquel Independiente del partido corrupto ante San Lorenzo en 1960, como aquel injusto San Lorenzo frente a Gimnasia en 1933. Ninguno necesitaba un regalo, pero lo aceptaron. Quizá por aquel código mafioso de que todo obsequio que viene de manos superiores debe recibirse con total beneplácito.
No digo que la AFA sea mafiosa. No digo que lo sea por este título inventado. No. Ha cometido peores delitos deportivos: anular descensos o clasificar equipos mientras se desarrollaba un torneo. Y ni qué decir del favoritismo arbitral hacia Barracas, Riestra, Deportivo Madryn y equipos de Santiago del Estero, que no voy a comentar por falta de espacio y porque son demasiado conocidos y visiblemente demostrados. Porque, si algo ha destacado a la AFA es, no solamente quebrantar las leyes propias, sus propios reglamentos, sino hacerlo con impunidad, jactándose de ello, en un orgullo más parecido al de los matones que al que procura disimular sus robos.
En cualquier país con realidades políticas, económicas y sociales mejores que la Argentina (no digo que sean malas; no lean lo que no escribo), la AFA hubiera sido intervenida por sus transgresiones reglamentarias como asociación. Argentina casi siempre es distinta. No obstante, llama la atención el silencio cómplice de los directivos de los clubes: solo unas pocas voces, como las de Estudiantes de la Plata (que sigue esperando que se presenten los audios del VAR del partido ante Barracas), se hacen sentir. ¿Y River, Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, y sigue la lista?
En 2023 comenté que el riesgo de que Argentina haya sido Campeona del Mundo, lo cual festejé con mucha alegría, era darle carta libre para hacer lo que quiera a un grupo de personas y personeros que manejan el fútbol en el país. Me insultaron en cuatro idiomas en las redes sociales. Tristemente no me equivoqué.
Días atrás, Mario Pergolini, con su amplia experiencia en modernización de medios, comentó que los jóvenes, en una sociedad cada vez más veloz, raramente miran por televisión un partido entero. No solo de fútbol: el mejor básquet del Mundo, la NBA, tiene serios problemas de audiencia. Pensemos: está demostrado que un joven que abre un sitio de internet para ver un dato lo cierra a los dos segundos, si no tuvo respuesta. ¿Va a estar 90 y pico de minutos mirando un partido de fútbol de las ligas argentinas donde hay 2 llegadas, 1 gambeta y 10 cobros arbitrales dudosos?
La AFA está matando el fútbol en función de sus propios negocios. Ya ningún país económicamente importante quiere comprar partidos de AFA, porque en el paquete te vienen 12 partidos entre equipos desconocidos y 2 o 3 que salvan las papas. Ninguna empresa de transmisiones deportivas quiere comprar los derechos del ascenso 2026/27, porque el desaguisado de meter 800 equipos a competir hace que se pierdan todos los atractivos. Y, encima, todo manoseado por arbitrajes más que sospechados. Cualquiera que tenga más de 50 años recuerda los estadios a reventar en el ascenso de la década de 1980, cuando todos eran partidos entre equipos cercanos y grandes rivales. Vayan hoy a ver un partido de Primera B o de la B Nacional y después me cuentan.
La puesta de espaladas de los jugadores platenses en el saludo a Rosario Central (lo mismo que hizo Vázquez, el capitán de Platense, ante el árbitro, cuando el sorteo para los penales en el partido contra River hace unos meses) recorre el mundo: ese es el fútbol argentino. La AFA y los dirigente conniventes son los responsables.