Aunque por mi profesión recorrí casi toda la Argentina y algunos países vecinos y de Europa, soy un fanático de la historia de Buenos Aires. Más específicamente de esa ciudad creciente que va entre 1880, en que blanquea su trono de capital de la Argentina, y 1943 en que los cambios políticos la transforman.
Dentro de ese amplio panorama siempre me fascinaron los edificios porteños, aunque nací y me crié a 20 kilómetros, en Boulogne, partido de San Isidro. Palacios, residencias particulares, edificios suntuosos, estatuas, monumentos, canchas de fútbol, sedes de clubes, colegios, escuelas, fábricas, hospitales, cementerios, comercios, en fin, centenares de obras que pintan una época, una capa, de la ciudad más grande del sur del continente y el mundo. Todas estas construcciones están unidas y separadas por calles, avenidas, paseos, plazas, parques, vías de ferrocarril, arroyos … que reunidos conforman el Buenos Aires que no conocí pero que decidí preservar para la memoria de todos. ¿Cómo?
En 2018, el historiador y guía turístico de la capital, Alejandro Machado, me animó a colaborar en Fotos Antiguas de la Ciudad de Buenos Aires, un multitudinario grupo de Facebook al que subo, desde entonces, una foto diaria diferente sobre la «Reina del Plata». Dentro de estos miles de fotos, tomadas de libros, revistas, diarios y otras fuentes, destaco las que me producen una satisfacción inenarrable: edificios de los que descubro la firma de los arquitectos o ingenieros constructores.
Me enloquece caminar buscando firmas de edificios de esta época. Y mucho más cuando, en la fatigosa búsqueda por páginas añejas, encuentro que tal o cual edificio no firmado o ya demolido es o era obra de tal o cual profesional. Para este sitio he realizado muchísimos aportes, dejándolos como legado para todo el que quiera historiar la arquitectura de Buenos Aires en este período. Como desde el primer día sigo subiendo fotos antiguas: algunas son realmente extrañas, otras muestran hitos más conocidos, ciertas suscitan más comentarios, las más desafortunadas casi pasan sin pena ni gloria. No importa: allí están y el sitio es abierto y gratuito.
Gracias a este grupo pude conocer otros fanáticos como yo, pero que me han aportado muchos datos que desconocía. De hecho, no soy arquitecto, ni ingeniero: apenas un curioso irrefrenable, un buscador que suele no dormir cuando se le pone una meta entre ceja y ceja. Por fortuna, también puede encontrar edificios construidos por ancestros de los que navegan el grupo o donde habían vivido sus familiares, o un colegio o club al que habían concurrido de niños. Me satisface mucho saber que una foto que me dio mucho trabajo encontrarla, capturarla y subirla tocó una fibra íntima, movió una neurona al recuerdo, trajo algo nostálgico a la mente de una persona que ni conozco.