“¿Me mostrás la libreta universitaria? Quiero ver cómo te va”, me dijo mi jefe, Dante Zavatarelli. Sentí que afilaban la guillotina. Con buena visión de futuro, Dante me había puesto como requisito para trabajar en su agencia, ser su secretario particular y cubrir partidos en Rivadavia, que cursara la facultad.
Yo no tenía ninguna ganas. Mi vieja me obligó a entrar a Ciencias Económicas. Es más: para el examen de ingreso me dividió los largos apuntes de historia en segmentos para estudiar día por día. Le hice caso y entré a la UBA.
No iba casi nunca. Yo quería ser periodista pero estaba mal visto. Era de vagos. Estaban los que fracasaban en otras profesiones y no les daba la altura para ser arquitectos, abogados, ingenieros, etc. Pero, cuando hay genes en transmisión, de manera fatal vas a ser periodista. Es inevitable. Ya les contaré, pero vuelvo al día de la libreta.
Había rendido dos materias en dos años y medio. Entonces, un chico vivo, inteligente, de 20 años, lo que hace es inventa varias materias y les pone las notas con las firmas de los profesores. Es más, como es muy vivo, a algunas materias las pone como reprobadas.
Pasaron 40 años justos. Aún recuerdo que se la doy en la mano a Dante, giro para irme a mi oficina y escucho: “Nene, vení”. Mientras sufro triple fractura expuesta de cerebro, agrega: “¿Qué raro que la de Matemáticas 2, el de Financiera 2 y el de Contabilidad 1 tengan la misma lapicera, no? Y fijate qué parecido es este trazo a este y este número…”
No escuché más. Agaché la cabeza. Pedí perdón. Traté de decirle que, mientras él pensaba que yo estaba en la facultad, me iba a ver a todos los partidos que podía, gracias a la fluidez que me daba su amistad para solicitar credenciales. Que jamás faltaba en días de semana a Atlanta, All Boys o Ferro, por caso. No pude. La figura de Dante era enorme: física y en mi aprecio.
Ese día decidí que a fines de 1983 renunciaba a todo ese mundo maravilloso. Había roto un pacto, un compromiso. Pero no iba a estudiar en la facultad. Mi vocación ante todo.
Foto: agenda entregada en la fiesta de los 25 años de LS5, a la que tuve el privilegio de concurrir.